frases célebres

jueves, 25 de marzo de 2010

En el nombre de Dios


Hoy una nueva noticia sobre las violaciones a niños de la Iglesia Católica. Una noticia que hoy azota los periódicos de casi todos los países. Una nueva remesa de escándalos que no han podido evitar que salgan a la luz, como han ido haciendo a lo largo de los siglos amén. Resulta que hoy le toca a EEUU, según uno de los titulares del periódico "El País"; "El Vaticano encubrió abusos de un cura a 200 niños en EEUU". Esta otra mecha ha explotado debido a una exclusiva que lanza el "The New York Time" sobre el sacerdote Lawrence C. Murphy, que abusó de doscientos niños sordos en Wisconsin durante más de veinte años. En vez de castigar a este loco pederasta, que bien podría hacerse las manuelas con las fotos de Playboy como lo hemos hecho todos, los altos mandatarios del Vaticano lo trasladaron a una diócesis superior, también plagada de jugosos niños, en el norte del Estado. Pero como todos sabemos no es éste el único caso de salvajes violaciones sobre indefensos niños, lo digo como es, pues me niego rotundamente a quitarle hierro al asunto. Ya me parece que se ha quitado suficiente con la palabrita "pederastia", que en vez de cometer un delito tan asqueroso y cicatrizante parece que está practicando un deporte de élite. Pues como decía, no es el único caso. Un ex secretario de los papas Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II llamado John Maggee de 74 años de edad, ha dimitido por encubrir casos de violación de niños por parte de los sacerdotes a su cargo. También se limitaba a cambiarlos de diócesis cuando se descubrían sus enfermizos actos. En Chile han condenado a prisión a un sacerdote español por contener material pornográfico infantil. Hay numerosos casos probados en los que se culpa directamente al actual papa Ratzinger por encubrir innumerables casos de pederastia entre sus subordinados.

¿Qué está ocurriendo?
¿Ya no sólo tenemos que estar preocupados por los ejércitos de maleantes y enfermos mentales que nos encontramos por la calle, que además tenemos que cuidarnos también de las enfermizas mentes de nuestros sacerdotes? Esos cerdos que sólo piensan en enfriar sus calenturientas entrepiernas con sutiles y elaboradas abogaderas con las que hacen caer a nuestros hijos en lo más oscuro de los infiernos? Después quieren absterger las heridas infringidas con paraísos perdidos y propinas regaladas. Una iglesia que jamás ha dejado de cometer los más execrables actos contra la humanidad. Una iglesia que siempre ha mentido, asesinado, humillado y manipulado a unos feligreses tan asustados como ignorantes. A unos feligreses que prefieren el golpe de pecho que el dó de pecho. Que prefieren cerrar los ojos y seguir ciegamente a alguien, que abrirlos y encauzar su propio camino. Pero hoy no quiero hablar de aquellos que fallándoles su ideal, se abandonan a cualquiera que les prometa una consciencia prestada. No. Hoy quiero hablar de todos esos hijos de puta que bajo la bandera de un dios, arrancan sin pudor ni consciencia la inocencia de aquellos seres que caen bajo su auspicio. Quiero hablar de todos esos maricones que, no atreviéndose a enfrentarse a su propia verdad, se esconden bajo la mayor encubridora jamás conocida en la historia, para cometer impunemente todos aquellos actos que sus más bajas pasiones les regurgita en sus propios pantalones. Quiero hablar de todos aquellos que, sacerdotes o no, acaban con todas las ilusiones y todas las inocentes miradas de unos niños que nunca más podrán mirar con normalidad a nadie. Que sobre ellos y sus encubridores caigan la mayor de las calamidades y tengan que estar eternamente confinados en donde, sin compasión ni consciencia, como ellos hicieron, tengan que soportar las más salvajes vejaciones y humillaciones que jamás hubieran sus retorcidas mentes imaginado. Que, como antaño ocurría en los libros de la biblia, se cumpla sin excepción mi maldición sobre todos ellos.

Quiero pedir perdón a todos por el lenguaje que he utilizado en el blog de hoy, pero esos delincuentes con sotanas no se merecen ningún tipo de indulgencia por mi parte. No soy como Ratzinger que proclama ser implacable con el pecado, pero indulgente con el pecador. Pero jamás se me ocurriría encubrir a alguien que utiliza su poder para acabar, de un solo zarpazo, con la inocencia de un niño.

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